Su obra se define por la incesante búsqueda de un lenguaje expresionista que va de lo figurativo a lo abstracto y de lo abstracto a lo simbólico. Los materiales y la técnica que utiliza -la tela, los bordados, el acto mismo de coser, el dibujo con la mano izquierda, la pintura- son parte de lo que quiere comunicar, dejan de ser un medio en sí mismo para convertirse en concepto y en lenguaje plástico. A su vez, el proceso de creación es vital: partir de un estado de introspección para adentrarse en su inconsciente y conectar con su yo más profundo, con su esencia más primaria. Y en ese acto meditativo y de autoconocimiento, casi “chamánico”, desarrolla su obra, reconstruye su realidad y a sí misma.