A principios del siglo XIX, Fernando VII se convirtió en rey de un Imperio español en franco declive. Las provincias de ultramar estaban fuertemente descontentas y, viendo el éxito de la rebelión de los liberales ilustrados en EEUU, estaban esperando la oportunidad de rebelarse. Esa oportunidad llegaría cuando las ambiciones de otro liberal, Napoleón, supondrían la invasión consentida de España. Durante ese periodo, las colonias aprovecharon para proclamar su independencia. Sin embargo, cuando Napoleón fue derrotado y Fernando VII fue restaurado como rey, éste hizo caso omiso de la Constitución de 1812 y la derogó. No solo eso, comenzó la persecución implacable de todos aquellos liberales que quedaran en el reino. Tal fue su celo en ello que nunca envió sus tropas para sofocar las rebeliones fuera de la Península Ibérica. Al final, sin embargo, tal era el descontento popular, que hubo de claudicar y jurar la Constitución, que permitió la creación de una democracia liberal. Su testarudez costó a España la mayor parte de su imperio, y nunca más volvería a ser "grande de nuevo", como reza el eslógan de Trump. Por eso que el presidente electo de EEUU debería tomar nota, de cara a prestar atención a los movimientos independentistas en su territorio. Puede sonar descabellado, pero California ya ha registrado su petición de un referéndum de independencia para 2019.