Sharing economy, medios de producción y comunismo
En una reciente columna de opinión en la versión digital del semanario Voces (encontraréis el enlace debajo de esta entrada), el escritor uruguayo Juan Grompone escribe su reflexión acerca de la llegada de Uber a Uruguay y el conflicto entre el modelo económico que éste propone (la sharing economy de la cual ya he hablado en este blog) con el actual modelo capitalista. Aunque en general suscribo su opinión, creo importante matizar algunos conceptos y opiniones de dicho artículo.
En primer lugar, señala el capitalismo como una sociedad de clases en donde el trabajador es un asalariado y como una “interpretación de la izquierda” el hecho de que los medios de producción sean privados. En realidad, esta interpretación de la izquierda viene del mismísimo Manifiesto Comunista. No es, por tanto, ninguna invención moderna como parece querer decir el artículo.
Más adelante señala citando un seminario que “los sindicatos son los principales defensores del capitalismo”. No estoy en absoluto de acuerdo con esta afirmación. La afirmación tiene su sentido desde el punto de vista de que los sindicatos necesitan de la existencia de un patrón o propietario de los medios de producción para poder tener un sentido de existir. En una potencial economía en la que todos los trabajadores fueran freelancers, los sindicatos tradicionales no tendrían su razón de ser ya que no habría tal patrón con el que negociar.
Sin embargo, de ahí a decir que son los principales defensores del capitalismo hay un trecho muy largo. Sí, los sindicatos se benefician de la existencia de una economía capitalista, pero no son sus principales beneficiarios. El alma mater del capitalismo es la oligarquía que controla la mayor parte de la economía mundial. Los sindicatos habrían de transformarse en una sharing economy completamente desarrollada, seguramente para parecerse un poco a los gremios medievales en tanto representantes ante la sociedad y los poderes públicos de profesionales independientes, más o menos como ya hacen a día de hoy los sindicatos de actores, de artistas, o de otras profesiones liberales.
Otro punto con el cual no estoy de acuerdo con el autor es con la idea que expone acerca de que la creación de una sociedad futura implique una “desaparición progresiva del Estado”. Esto es, sin duda, el paradigma del neoliberalismo, que concibe al Estado como enemigo y como germen de todos los males de la economía. Si esa es la clase de sociedad futura a la que se refiere, estamos bastante cerca de llegar. Quizá no en Uruguay, un país en donde no se han producido las transformaciones que han tenido lugar en Europa para desmontar el Estado de bienestar. Sin embargo, en la mayor parte del mundo y especialmente en los países miembros de la OCDE, el Estado ocupa un papel cada vez más residual.
Si la sharing economy es lo más parecido a la sociedad comunista tal y como Marx la concibió en cuanto al dominio de los medios de producción (afirmación con la cual no estoy de acuerdo, pero que es la hecha por Grompone en su artículo), la destrucción del Estado no está dentro de la revolución comunista concebida por Marx. De hecho, la expulsión de los anarquistas ocurrida en el Congreso de La Haya de la Primera Internacional, ocurrida en 1872, se produjo por este motivo. Marx estuvo presente en La Haya y fue en gran medida el artífice de la expulsión de Bakunin y sus seguidores anarquistas, como Presidente del Consejo General de la organización. El autor haría bien en recordar este suceso.
Volviendo al artículo de Grompone, estoy de acuerdo con su conclusión de dar por fracasado el socialismo real y concebir la sharing economy como una oportunidad de construir una nueva sociedad (esto ya lo mencioné en el pasado al hablar de este nuevo modelo económico). Sin embargo, no creo que la sharing economy sea una revolución comunista tal y como Marx la concebía. En primer lugar, no cumple necesariamente la premisa de que los bienes de producción sean propiedad del trabajador. ¿Cuántos taxistas son dueños del automóvil que conducen? ¿Cuántos son dueños de la casa que ofrecen en AirBnB? En muchos casos, estos bienes han sido adquiridos con financiación de los bancos u otras entidades financieras. Estos son, en realidad, los dueños de esos bienes en tanto no se pague el préstamo que recae sobre ellos. Los bancos son, en este caso, los dueños de los medios de producción. Esto ocurre en la misma medida con la mayor parte de empresas, que cotizan en bolsa poniendo sus medios de producción en manos de inversionistas privados (que en no pocas ocasiones son entidades financieras).
Un profesional que ofrece servicios como freelance puede ser dueño de los medios de producción (en el sentido de las herramientas y bienes de capital que necesita para desempeñar su trabajo), pero es difícil concebir una sociedad post-industrial compuesta enteramente de freelancers. ¿Quién produciría los bienes de consumo? Es poco probable la idea de volver a la primera época de Apple en la que fabricaban sus primeras computadoras en el taller de la familia Jobs. Marx concibió su revolución para una sociedad compuesta por una mayoría de trabajadores dentro del sector primario y secundario. Nunca pensó en una sociedad en la que la mayor parte de trabajadores ofrecieran servicios. Este es el verdadero fracaso del comunismo: fue superado por la revolución industrial que condujo a la automatización casi completa de la industria y la agricultura. La robótica derrotó al comunismo de la misma forma que la green revolution derrotó al fascismo.