Esta semana tuvo lugar la cumbre entre cuatro de los principales productores del petróleo (Arabia Saudí, Rusia, Venezuela y Catar) con el fin de acordar una reducción de la producción de petróleo, para poder poner fin a los precios decrecientes del crudo. Esta es una situación sumamente inusual ante un producto con una reserva limitada cuyo precio, en teoría, no debería disminuir de forma tan significativa como en los últimos meses. El 11 de julio de 2008, el precio del petróleo alcanzó un máximo histórico de $174 el barril, mientras que en las últimas semanas alcanzó mínimos de $32, el menor precio desde 2003.
¿A qué se debe esta reducción tan significativa del precio? Se trata de una combinación de factores: la reducción de la demanda en China y el levantamiento de sanciones económicas a Irán (con lo que este país se vuelve a incorporar a la exportación de petróleo) son factores importantes, pero sin duda, un motivo significativo es el aumento de la producción de petróleo de EEUU. En estos momentos, ya se cuenta como el mayor productor de petróleo del mundo. Aunque EEUU tiene una necesidad incesante de petróleo a causa de consumir cerca de 20% de la demanda mundial, ¿es este aumento de producción una decisión sabia?
Un episodio de la serie documental de National Geographic "Aftermath" llamado "World without oil" explora la idea de cómo gestionarían los países del mundo el fin del petróleo. De acuerdo con el mismo, la estimación es que dure unos 150 años más, pero con el aumento de la producción disparado, tal vez sea menos de la mitad de ese tiempo. De acuerdo con diversos estudios como el de la organización alemana Energy Watch Group publicado en The Guardian en 2007, el pico de producción del petróleo se sitúa cerca del 2050, quizá antes.
Esta teoría del pico de producción del petróleo cuenta con ciertos detractores. Entre los críticos, que argumentan que las reservas de petróleo son inagotables, ponen tres argumentos como defensa. En primer lugar, que las reservas de petróleo se están continuamente renovando con los restos biológicos de eras posteriores. Si bien esto es cierto, no sabemos si la tasa de renovación excede al consumo de petróleo actual, pero con toda seguridad así es, si hemos gastado ya la mitad de las reservas mundiales en ciento cincuenta años. Posiblemente tendríamos que esperar millones de años para que se restablezcan al punto en el que estaban cuando comenzaron a ser explotadas.
El segundo argumento es que si el petróleo se hace más escaso, el precio subirá hasta el punto de que la actividad económica se reduzca o los productos sustitutivos pasen a ser más deseables. Si bien este argumento tienen un fondo de razón, bien puede ser que agotemos las reservas de petróleo simplemente por el hecho de producir más de lo necesario. Esto también responde el argumento de que las reservas estén aumentando. Esto se debe a un movimiento especulativo dado que aunque los productores de petróleo se niegan a ceder cuota de mercado reduciendo su producción, están simplemente esperando al momento adecuado para venderlo. Esperar por tanto a que el precio del petróleo se dispare no es la mejor manera de solucionar el problema de la dependencia en él. porque la consecuencia será justo la que muestra el capítulo de "Aftermath" dedicado al petróleo: el caos absoluto.
Sin duda, debido a la dependencia extrema del petróleo como fuente de combustible, el racionamiento de las reservas sería extremo y los Estados difícilmente podrían contener el hambre, las plagas y mantener el orden. Eventualmente, el mundo cambiaría a un paradigma en el cual se utilizarían los biocombustibles como alternativa, aunque con reservas limitadas de petróleo, muchos Estados tendrían que elegir en qué medida producir combustible o comida.
No obstante, esto no tiene porqué suceder así. El documental de Josh y Rebecca Tickell "Pump", publicado en 2014, muestra las causas de esta dependencia del petróleo: desde el apoyo de Rockefeller a la Ley Seca para impedir la comercialización del etanol, pasando por estándares tecnológicos de la industria del automóvil. Sin embargo, y más importante, muestra que hay alternativs. Por una parte, muestra que la producción y comercialización de automóviles eléctricos es una realidad, como lo es la comercialización de biocombustibles para los automóviles que ya existen. Brasil, de hecho, es un país pionero en este sentido al obligar por ley que todos los vehículos sean "flexibles" y puedan utilizar tanto biocombustible como gasolina. La instalación de un sistema que permite esto en un automóvil convencional tampoco tiene un gran coste. A pesar de ello, un proyecto de ley similar a la de Brasil ha sido rechazado año a año desde 2008, en gran medida gracias a las campañas de lobby por parte de la industria petrolera. De hecho, gran parte de la población cree que el aumento de la producción de biodiésel supuso un aumento de los precios de los alimentos, cuando este aumento se atribuye en su entera totalidad al aumento del precio del petróleo. Esto también se debe según el filme a la acción del lobby petrolero Glover Park Group.
En conclusión, no hay motivo por el cual debemos dejar que el petróleo se termine ante nuestras narices. Ya sea a través de vehículos eléctricos o biocombustibles, es necesaria una acción colectiva para impedir que lleguemos a la catástrofe y poder mantener un mundo próspero, más limpio y sostenible a largo plazo.