Un
artículo que leí hoy en
http://www.alt1040.com/ me ha llevado a plantearme algunas preguntas. Según este artículo, que hace referencia a otro publicado en la revista
The Sun, por
Ray Kurzweil, en 20 años los humanos podríamos ser, gracias a la cibernética y la nanotecnología, inmortales (clínicamente hablando, claro). Es decir, que tendríamos una vida que se podría prolongar indefinidamente, gracias a la sustitución de órganos por componentes cibernéticos mucho más eficientes, y lo que es más importante, reemplazables.
Esto plantea toda clase de incógnitas. En primer lugar, no creo que esta tecnología vaya a estar disponible de forma gratuita para todo el mundo, con lo cual, la primera pregunta es ¿creará esta tecnología una nueva división de clases, entre una elite cyborg y los humanos "analógicos", que no pueden costearse las modificaciones?¿O lo costeará la Seguridad Social?
Por otro lado, está el crecimiento de la población. Estamos en un mundo crecientemente superpoblado, lo cual significa que cualquier avance que conduzca hacia la inmortalidad clínica provocará un mayor desequilibrio demográfico. Y no sólo eso, también perjudicará a la economía, ya que los capitales no pasarán de padres a hijos, si los padres se convierten en cyborgs con capacidad para vivir eternamente. Los hijos de los cyborgs tendrán mayores dificultades para independizarse, lo cual supongo que a la larga aliviará algo la carga demográfica, ya que habrá menos familias, y menos nacimientos. Pero también plantea otra incógnita: ¿los cyborg se jubilarán a los 65 años, o trabajarán eternamente, dado su rendimiento superior?
Es cierto que, gracias a la longevidad de los cyborgs, la exploración del espacio será mucho más sencilla. Astronautas cyborg podrán viajar durante siglos en busca de nuevos mundos habitables. Lo difícil será transportar a los humanos "analógicos" a ellos. Ahora que se ha descubierto agua en Marte y en la Luna, se abren las puertas para la colonización de esos mundos, pero no será nada fácil, en cualquier caso.
A medida que la frontera entre hombre y máquina se estreche, surgirán nuevos problemas, como la definición de la vida, o virus informáticos que se contagian a humanos, causando epidemias electrónicas. Quizá (mejo dicho, con toda probabilidad) aparezcan grupos "naturalistas" que defiendan la santidad del cuerpo humano, y recurran a tácticas terroristas para sabotear los avances en cibernética. Cuando la tecnología cibernética llegue al mundo criminal (y algún día lo hará), aparecerán nuevas formas de crimen: cerebros pirateados, tráficos de órganos cibernéticos, clínicas de implantes ilegales... que la las fuerzas del orden tendrán que combatir también con nuevas armas y tácticas.
Hablando de religión, éstas tendrán mucho que decir. La mayor parte de las religiones dan una respuesta a lo que hay más allá de la muerte, con una promesa de redención para aquellos que han sido buenos creyentes en esta vida. Pero, ¿qué pasa con los que renuncian a esa promesa?¿Puede una familia disponer de la vida de una persona, si hay un tratamiento cibernético que puede salvarla? El derecho a morir será uno de los grandes dilemas éticos de la sociedad cibernética.
En definitiva, es una espiral que conduce a un mundo incierto, no necesariamente tan brillante y magnífico como el Sr. Kurzweil nos lo pinta. La pregunta fundamental que debemos plantearnos es: ¿de veras queremos ser inmortales? Tal como dijo Víctor Hugo (y ya he mencionado esta frase antes) "Atreverse es progresar". Por difícil que parezca el reto, ¿merece la pena intentarlo? Yo creo que sí.