Asimov y la distopía





11 de febrero de 2017



Hace algo más de sesenta años (en 1956), Isaac Asimov publicó su segunda novela en la revista "Astounding", dividida en tres partes. La novela es continuación de "Las Bóvedas de Acero", Tal y como señala el propio Asimov en el prólogo de la edición especial hecha por el veinticinco aniversario de la publicación (en la editorial Doubleday en 1965, no la original), había decidido que ya que la primera transcurría principalmente en la Tierra, en un entorno cerrado, esta secuela debía hacerlo en un entorno más abierto, en uno de los Mundos Exteriores. Eso permitió a Asimov imaginar y describir cómo podría ser el futuro de los humanos si eligiera la automatización y la robótica como elementos dominantes del desarrollo tecnológico. Justo el camino que hemos emprendido hasta llegar a nuestro presente.





Antes de comenzar, es conveniente hacer un pequeño resumen sobre el argumento. No voy a entrar en muchos detalles en cuanto a reseñar el libro, pero por supuesto lo recomiendo a quien esté interesado en conocer un poco mejor los inicios de Isaac Asimov como novelista y como futurista.


Como dije, esta novela es una secuela de "Las Bóvedas de Acero". Ese libro consiste en una novela de detectives clásica, al más puro estilo de Agatha Christie o Arthur Conan Doyle, aunque situada en un futuro lejano en el cual la Tierra resiste estoicamente el avance de la robotización de acuerdo con la ideología de los Mundos Exteriores. Estos mundos constituyen una confederación de cincuenta excolonias humanas que se independizaron y de hecho obtuvieron la supremacía respecto de la Tierra gracias a su superioridad tecnológica. El protagonista de la novela, Elijah Baley, es un detective que debe resolver un caso de asesinato en medio de una tensa situación que puede desatar un conflicto bélico entre ambos bandos. En esto hay una clara referencia a la Guerra Fría, que se desarrollaba cuando Asimov escribió ambas novelas.


En la segunda, "El Sol Desnudo", Elijah Bailey es reclutado para viajar a uno de los Mundos Exteriores, Solaria, e investigar un nuevo homicidio. La estructura de la novela es similar a la anterior, pero la peculiaridad reside en que Asimov aprovecha el argumento de la novela para desarrollar toda una visión del futuro: nuestro futuro.


Solaria es una sociedad que ha optado por la automatización y robotización al máximo extremo. La proporción de robots es de diez mil por cada humano, aproximadamente. Los robots se encargan de prácticamente todo tipo de trabajos, dejando tan sólo los más intelectuales y creativos en manos humanas. Establece duras políticas migratorias y de hecho, también ejerce un control férreo de la natalidad para mantenerlo en el punto óptimo decidido por sus colonos originales, de forma que cada persona disponga de tantos recursos que viva una vida cómoda y llena de lujo. Sin embargo, esta riqueza material se ve empañada por una pobreza social: los solarianos son tan individualistas que deben ser obligados a casarse y tener hijos. Cada persona vive aislada de las demás, y consumar el matrimonio se considera un deber patriótico más que una cuestión emocional o afectiva. De hecho, el Estado se encarga de arreglar los matrimonios en función de criterios eugenésicos. Esto ha permitido que los solarianos tengan largas y saludables vidas, aunque solitarias y desde el punto de vista del narrador, vacuas.


Puede parecer que esta descripción encaja poco con nuestra sociedad, pero hay varios aspectos de la novela que juegan un papel clave y que encajan de forma casi siniestra en nuestra sociedad. A continuación analizaré cada uno de ellos.





1.- Los robots



"-¿Para qué usan tantos robots? ¿Qué es lo que quieren con tanta comida?"

"La comida es un elemento relativamente menor. Las minas son más importantes, y la producción de energía, más importante todavía"


Este fragmento de la novela (la traducción es mía) nos da una idea de para qué se usan los robots en la sociedad de Solaria. En nuestro mundo, la producción industrial probablemente ocupe un rol más importante, aunque más adelante en la novela Asimov nos revela que los robots de Solaria se fabrican y reparan de forma autónoma. Todavía no hemos llegado a ese punto, pero sí es cierto que los principales productores industriales del mundo, los países asiáticos, son también los que más robots fabrican. No obstante, en muy poco tiempo es muy probable que las cosas cambien, como mencioné en mi anterior post: en veinte años se estima que entre el 50% y 60% de los puestos de trabajo que existen hoy en día sean reemplazados por robots o inteligencias artificiales. Estamos apenas a una generación de ser como Solaria, en lo que a robots se refiere.







2.- Telepresencia



Uno de los elementos centrales de la novela es la posibilidad de que unas personas puedan ver a otras de forma remota. Aunque Asimov no lo llama así, se está refiriendo al concepto moderno de telepresencia. En el libro, los solarianos usan una tecnología holográfica sumamente realista que llega a confundir al protagonista. La telepresencia con holografía 3D, si bien todavía no está tan extendida como en la novela de Asimov, es ya una realidad. En la imagen de arriba puede verse un concierto del año 2012 en el cual proyectaron la imagen del rapero Tupac Shakur, el cual falleció en el año 1996, para que "participara" en el concierto.

En la actualidad, este tipo de tecnología "pasiva" ya ha sido superada por una que permite interactuar con los hologramas. Por eso que no sería extraño que en unos pocos años esta tecnología se haga común y permita interactuar con otras personas de forma remota.





3.- Espacios seguros



Es aquí donde las cosas se empiezan a poner distópicas en serio. Los imaginarios habitantes de la novela de Asimov aprecian el espacio personal sobre cualquier otra cosa y su cultura es hermética hasta el punto de que la mera mención de sucesos totalmente normales para el protagonista les resultan totalmente ofensivos. Tan ofensivos que en varios momentos de la novela los solarianos huyen a recluirse en "espacios seguros" dentro de sus viviendas, en donde poder interactuar mediante telepresencia con el protagonista, o dejar de hacerlo en absoluto. Este concepto se ha materializado en EEUU, como una forma de proteger a las personas cuya sensibilidad puede verse herida por las palabras de otra persona. Tal y como indica este editorial de Los Angeles Times, "¿quién imaginaría que el motivo original del espacio seguro -explorar temas en un ambiente inclusivo- rápidamente daría paso al impulso de ponerse a uno mismo en cuarentena y crear una segregación racial de facto?" (la traducción es mía). Por otra parte, en este otro artículo de Cracked defiende los espacios seguros como lugares que permiten a las minorías discutir libremente, organizarse y actuar en contra de la opresión y violencia que ya están sufriendo. Sea como fuere, el mero debate sobre su necesidad o no muestra que hay algo en la sociedad que no anda como debería.





4.- Contacto humano



El contacto humano en la Solaria de Asimov constituye un tabú. Todas las personas viven en soledad y pasan así casi toda su vida. Tan sólo los matrimonios concertados por el Estado escapan a esa regla, y los solarianos necesitan un largo tiempo de adaptación hasta poder consumar sus obligaciones reproductivas.

En nuestro mundo todavía estamos lejos de llegar a ese punto, pero sí es cierto que por ejemplo en España, según estadísticas del INE, en el 25% de los hogares vive una persona sola, es decir, el 10% de la población. Esto es algo que hasta hace no mucho tiempo sería impensable. Sin embargo, España se encuentra en un punto intermedio. En los países nórdicos, por ejemplo, el porcentaje de personas que viven solas es cuatro veces mayor, como se puede ver aquí.


Ese dato contrasta notablemente con el creciente número de usuarios activos de redes sociales: 2,3 miles de millones en 2016, es decir, el 31% de la población mundial. Se podría pensar que este auge llevaría a una mayor interrelación humana, pero lo cierto es que no es así. Como en la novela, los humanos están desplazando el contacto directo de sus vidas en favor de un contacto a través de Internet.


Sin embargo, aún estamos a unos años de convertirnos en la Solaria de Asimov. A tiempo de evitar la distopía.