Diez cosas que ya no puedes hacer sin Internet





8 de octubre de 2016



Probablemente eres bastante consciente de que Internet es una parte importante de tu vida. De hecho, si eres un millenial, seguramente lo primero que haces en el día es chequear tu smartphone y ver qué te has perdido durante la noche. Incluso si no lo eres, la influencia de Internet es tan importante en nuestras vidas, que hay un buen número de rutinas de tu vida diaria que serían imposibles si Internet dejara de funcionar. Te presento diez, ordenadas de más a menos obvias (según mi criterio, claro está).



# 1: retirar dinero del banco.





Esta es bastante obvia: ¿cómo pensabas que el cajero se comunica con tu banco, y detalla información de tu cuenta? Por supuesto, los cajeros automáticos son bastante antiguos y existen desde mucho antes de que Internet existiera. De hecho, el cajero automático más antiguo del mundo se instaló en Japón en 1966, aunque en EEUU existe una patente del llamado "bancógrafo" con fecha de 3 de junio de 1960, que sería concedida en 1963. Aquellas primitivas máquinas concedían dinero en efectivo a crédito a un plazo y tipo de interés prefijado. Una vez se desarrollaron los sistemas de comunicaciones, informáticos y de seguridad, fue posible que el usuario consultara el saldo de su cuenta y retirara dinero contra el mismo. Actualmente, la mayor parte de ellas se conectan al banco mediante una conexión ADSL o mediante una línea de teléfono en los casos más antiguos. No obstante, la mayor parte de ellos utilizan a día de hoy una conexión VPN a través de un protocolo TCP/IP. Esto significa que, si Internet dejara de funcionar, también lo harían la gran mayoría de cajeros.



#2: encontrar un libro en una biblioteca.





Casi debería decir "ir a una biblioteca", pero cuentan las leyendas que todavía hay gente que las frecuenta. Lo que sí ha pasado a la historia son los sistemas manuales de organización por los cuales se creaban fichas mecanoagrafiadas o manuscritas, en las cuales se alamacenaba la localización, detalles del libro y préstamos del mismo. Este sistema era sumamente inseguro, y prueba de ello es el éxito de aquellos "pre-hackers" que crearon fichas falsificadas de la obra ficticia "Necronomicón", citada por H. P. Lovecraft en sus obras. Jorge Luis Borges fue el "bromista" más renombrado, supuestamente habiendo logrado introducir una ficha del mismo en la Biblioteca Nacional de Argentina. Otras fichas similares han aparecido en la Universidad de California o en la Biblioteca de Santander.

Sea como fuere, a día de hoy, quedan muy pocas bibliotecas en las cuales perviva el sistema manual, siendo reemplazado por sistemas informáticos que permiten a los usuarios localizar y consultar la disponibilidad de los libros a través de una red local o de Internet en muchos casos. Por supuesto, dado que todo queda almacenado en una base de datos, si Internet dejara de funcionar, encontrar un libro en tu biblioteca más cercana podría convertirse en toda una proeza.



#3: Pagar facturas





La época en que las facturas se hacían y registraban de forma manual ha pasado a mejor vida. Los gobiernos de la mayor parte del mundo están haciendo grandes esfuerzos por obligar a que toda la facturación de las empresas se haga de forma electrónica, no sólo para reducir el fraude a los ciudadanos, sino también como una forma de mantener una supervisión mucho más precisa sobre el mercado y las cargas fiscales que acompañen a las contraprestaciones por bienes y servicios. Nada que objetar en ello, pero eso implica que ya pagues tu factura a través de banco, en un local de cobranza, o con tarjeta, en algún punto del proceso va a ser necesario registrar la transacción y transmitirla por Internet para que sea válida.



#4: Visitar a un médico





Algo que también ha desaparecido en la práctica totalidad del mundo es la existencia de historiales clínicos en papel. El favorecimiento de sistemas sanitarios (públicos o privados) descentralizados y el avance de las telecomunicaciones ha hecho mucho más sencillo que el historial clínico de una persona se encuentre alojado en una base de datos en la nube o en un servidor externo. Gracias a eso es posible que puedas visitar a un médico que nunca te haya visto, pero pueda proporcionarte el tratamiento más adecuado en base a tu historial. Para los que estéis leyendo esto y seais millenials puede sonar bastante obvio, pero para aquellos de generaciones anteriores esto es algo radicalmente nuevo y que hasta cierto punto genera inseguridad sobre el tratamiento que se da a esos datos. Sin embargo, el beneficio en agilidad a la hora de recibir el tratamiento está fuera de cuestión.

Si esto resulta difícil de creer, haced memoria de la última vez en la cual habéis ido a un médico, y éste no tenía en el consultorio una computadora en la cual consultar información o registrar el tratamiento.



#5: Viajar en transporte público





Algo que tienen en común todos los medio de transporte públicos del mundo es que a cambio de abonar el viaje, te otorgarán un billete o boleto como comprobante de pago y como forma de demostrar que no estás viajando "de gorra". Lo que tienen en común todos estos boletos es que todos cuentan con una referencia que sirve de identificador único del boleto y por otra parte una "estampilla de tiempo" (time stamp, en inglés).

Antiguamente, esta estampilla se hacía de forma mecánica, de ahí su nombre. Introducías el billete en una ranura y esta hacía una impresión haciendo constar el día y la hora del mismo. Actualmente, esta estampilla de tiempo se hace de forma impresa en relación a una conexión que hace la máquina con un servidor SNTP (Simple Network Time Protocol). Este protocolo se introdujo en 1992 y sirve para obtener la fecha y hora a la que se produce un suceso, en este caso, imprimir el ticket correspondiente al viaje. Por supuesto, esto requiere de una conexión a Internet. Si bien la mayor parte de computadoras cuenta con un reloj interno, habitualmente este se actualiza conforme al SNTP, especialmente en el caso de un sistema de transporte, que exige un acceso constante a una base de datos que vaya generando todos esos números de referencia que son únicos para cada viajero y boleto.

Todavía existen algunas máquinas de impresión mecánica. Las únicas que he visto en persona se utilizan en algunos transportes ferroviarios de cercanías y locales en Alemania. Arriba podéis ver uno de esos boletos.



#6: Organizar una reunión social.





¿Hace cuánto tiempo que has organizado una reunión de trabajo, un evento familiar o una reunión con amigos exclusivamente con llamadas telefónicas y SMS? Fin de mi argumento.


Ya en serio, sirva como ejemplo que tan sólo el 13% de los españoles no ha utilizado nunca un smartphone, pese a que hace menos de diez años que existen. Tal y como cuenta este artículo de "El Mundo", los jóvenes que no los usan "se sienten aislados": Las reuniones se organizan a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea, hasta el punto de que incluso en ocasiones formales, si el número de invitados es grande (como una boda), es cada vez más habitual crear eventos en redes sociales, páginas web e invitaciones electrónicas para coordinar mejor los detalles de asistencia a las mismas. De hecho, hay bastantes apps para organizar bodas con tu smartphone.


Quizá todavía más inquietante y distópico es la posibilidad de usar alguna de las apps que existen para alquilar un amigo. Algo que, por cierto, recuerda mucho a los "abonos personales" que Yevgeni Zamiatin describe en su novela "Nosotros" (sobre la cual puedes leer aquí).



#7: Jugar a videojuegos.





Pese a que es cierto que es posible ir a una tienda y comprar un videojuego al que jugar en tu computadora o consola, la época en la cual usábamos un "sistema autónomo" para el entretenimiento terminó. Las consolas de videojuegos exigen que te conectes a Internet para mantener el sistema actualizado y ofrecer una "experiencia social" (Twitch, dedicada a esto, tiene más de 100 millones de usuarios), además de que a través de sus tiendas online puedes adquirir y descargar títulos. Lo mismo pasa con los videojuegos para PC. De hecho, desde hace unos años muchos videojuegos exigen la conexión a Internet para poder siquiera disfrutar del contenido. Por supuesto, todos los títulos para plataformas móviles se adquieren de forma exclusiva a través de Internet. Incluso si eres un fan de lo retro y quieres disfrutar de los títulos de antaño, Internet es la forma más fácil de conseguirlos. Por supuesto, todavía existen algunos retrogamers que siguen usando y manteniendo sus viejos PCs y consolas de la era pre-Internet, pero se trata de un círculo cada vez más reducido.



#8. Encontrar pareja





Muy relacionado con la necesidad del uso de Internet para relacionarse con otras personas está, por supuesto, encontrar un compañero/a con quien iniciar una relación amorosa. Por supuesto que conocer gente "de la forma tradicional" es aún posible, pero en el siglo XXI esz muy raro que una relación pueda mantenerse offline eternamente. Eventualmente terminarás por cambiar tu estado sentimental en Facebook para reflejar la situación actual. O tus amigos te preguntarán por Whatsapp qué tal con la persona que te fuiste la última noche. Si la relación dura, eventualmente terminaréis subiendo fotos juntos a las redes sociales, participando de eventos organizados a través de las redes sociales y hasta retransmitiendo en streaming vuestra boda o los cumpleaños de la familia. Como mínimo, compartiréis el vídeo de la misma en las redes, y algunas fotografías irán a parar allí, incluso si vosotros no lo hacéis.


La contracara que en cierto modo prueba esto es un ejercicio mental: ¿cuántas parejas conoces que tengan una relación 100% offline? Tan sólo Facebook acumula 1.600 millones usuarios, el 23% de la población del mundo. A enero de 2016, un estudio de WeAreSocial cifraba el número de internautas del mundo en 3.500 millones, casi la mitad de la población del mundo. Podrías argumentar que muchos usan Internet para el trabajo, lo cual es cierto, pero según el estudio, 2.500 millones de personas en el mundo usan las redes sociales de forma activa. Teniendo en cuenta que la distribución de la conexión a Internet es desigual en la población mundial, esto significa que en aquellos países donde tiene mayor uso, es muy probable que el porcentaje de usuarios de las mismas sea bien superior al 50%. España, sin ir más lejos, cuenta con un 66% de su población que usa diariamente las redes sociales. Evitar el uso de Internet para encontrar pareja posiblemente reduzca tus posibilidades más que cualquier otro factor en el momento actual.



#9: Caminar o circular por la calle





¿Alguna vez te has parado delante de un semáforo y cronometrado el tiempo que pasa entre que cambia de una luz a otra? ¿Y luego la siguiente vez y la siguiente? Seguramente no. Si bien la invención del semáforo data de 1898, hace unos cuantos años que su funcionamiento tiene poco que ver con aquellos primitivos semáforos en los cuales mantenían un tiempo constante entre luces de un color u otro. A día de hoy, la gran mayoría de semáforos del mundo están conectados a Internet, y el tiempo que permanecen en verde o en rojo para peatones o vehículos varía en función de una programación que se regula de forma automática, con mínima supervisión humana. Cámaras de tránsito captan la densidad del tráfico y permiten al sistema calcular el tiempo que debe pasar para permitir cruzar a los peatones o a los vehículos. De hecho, el sistema toma en consideración no sólo el tráfico inmediatamente próximo a cada semáforo, sino el flujo del mismo en toda una vía o un distrito urbano.



#10: Saber qué hora es.





Es probable que pienses "vaya tontería, tengo un reloj analógico y no necesito Internet para ponerlo en hora". Pero te equivocas, porque ¿en referencia a qué hora lo vas a ajustar? Como dice la Ley de Murphy, "un hombre con un reloj sabe qué hora es. Un hombre con dos relojes nunca está seguro". Lo más probable es que lo ajustes en referencia a otro dispositivo que llevas todo el tiempo contigo y cuya hora se ajusta de forma automática: tu teléfono móvil. Sin embargo, ese automatismo se debe a que la red móvil usa un protocolo de Internet llamado NTP (siglas de Network Time Protocol) para conocer la hora que es. Si lo que decides es usar una computadora, ésta utiliza el mismo protocolo. Incluso si decides ajustarlo en función de la hora de un reloj público (lo más común hasta la invención de la informática), éstos también están conectados a través de Internet mediante este protocolo. Tal y como puedes imaginar, es el que dio origen al SNTP que mencioné más arriba.


La mayor parte de dispositivos electrónicos toman la hora de servidores públicos que cada Estado mantiene con la hora oficial, y a su vez estos toman la hora de un reloj de alta precisión, normalmente un reloj atómico el cuál define qué hora es. En función de tu IP o bien mediante configuración manual, seleccionas la localización en la que te encuentras, y ésta al corresponderse con un determinado huso horario, toma en consideración a qué servidor conectarse. Por eso cuando viajas de un país a otro y cambias de red móvil o te reconectas a Internet mediante una computadora, tablet o teléfono móvil, automáticamente la hora se ajusta a la correspondiente con tu localización.


Este protocolo es uno de los más antiguos de Internet (fue creado en 1985) y ha sufrido en realidad pocas modificaciones desde entonces: actualmente se encuentra en su versión nº4, si bien las revisiones por cuestiones de seguridad son frecuentes (la última es de junio de 2016). Este protocolo (entre otros) es mantenido por la IETF (Internet Engineering Task Force), una organización sin ánimo de lucro que se dedica a mantener la estructura de Internet en funcionamiento. Merece la pena terminar este artículo con una mención honorífica a ella ya que, sin su trabajo desinteresado, Internet no existiría y nuestra vida sería completamente diferente.