Es probable que pienses "vaya tontería, tengo un reloj analógico y no necesito Internet para ponerlo en hora". Pero te equivocas, porque ¿en referencia a qué hora lo vas a ajustar? Como dice la Ley de Murphy, "un hombre con un reloj sabe qué hora es. Un hombre con dos relojes nunca está seguro". Lo más probable es que lo ajustes en referencia a otro dispositivo que llevas todo el tiempo contigo y cuya hora se ajusta de forma automática: tu teléfono móvil. Sin embargo, ese automatismo se debe a que la red móvil usa un protocolo de Internet llamado NTP (siglas de Network Time Protocol) para conocer la hora que es. Si lo que decides es usar una computadora, ésta utiliza el mismo protocolo. Incluso si decides ajustarlo en función de la hora de un reloj público (lo más común hasta la invención de la informática), éstos también están conectados a través de Internet mediante este protocolo. Tal y como puedes imaginar, es el que dio origen al SNTP que mencioné más arriba.
La mayor parte de dispositivos electrónicos toman la hora de servidores públicos que cada Estado mantiene con la hora oficial, y a su vez estos toman la hora de un reloj de alta precisión, normalmente un reloj atómico el cuál define qué hora es. En función de tu IP o bien mediante configuración manual, seleccionas la localización en la que te encuentras, y ésta al corresponderse con un determinado huso horario, toma en consideración a qué servidor conectarse. Por eso cuando viajas de un país a otro y cambias de red móvil o te reconectas a Internet mediante una computadora, tablet o teléfono móvil, automáticamente la hora se ajusta a la correspondiente con tu localización.
Este protocolo es uno de los más antiguos de Internet (fue creado en 1985) y ha sufrido en realidad pocas modificaciones desde entonces: actualmente se encuentra en su versión nº4, si bien las revisiones por cuestiones de seguridad son frecuentes (la última es de junio de 2016). Este protocolo (entre otros) es mantenido por la IETF (Internet Engineering Task Force), una organización sin ánimo de lucro que se dedica a mantener la estructura de Internet en funcionamiento. Merece la pena terminar este artículo con una mención honorífica a ella ya que, sin su trabajo desinteresado, Internet no existiría y nuestra vida sería completamente diferente.